Drogadicta a las intensidades de los extremos

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Bufff esto de tener que estudiar hace que mi mente se disperse con más facilidad, mis ojos están abiertos pero mi cerebro se balancea dulcemente en su hamaca, oculto en los recovecos de mi cráneo...

Un libro en mi mente... “Una mente inquieta” (Kay R. Jamison, una autoridad en los procesos maníaco-depresivos)

Y junto a la hamaca una radio en la cual resuena la siguiente frase:

Todos nos movemos dentro de los límites de nuestro temperamento y vivimos sólo parcialmente según las posibilidades de éste. (Byron)


“Entonces, ¿por qué no rechazo todo lo que tenga que ver con esta dolencia? Creo sinceramente que, a causa de ella, he sentido más cosas y con más profundidad, he tenido experiencias más intensas, he amado más y he sido más amada, he reído más a menudo al haber llorado más veces también, he apreciado mejor las primaveras a causa de los inviernos, he percibido la cercanía de la muerte y –junto con la vida-, la he estimado más, he conocido lo mejor y lo peor de las personas y he aprendido poco a poco los valores del cariño, de la lealtad y del ver a través de las cosas. He descubierto la anchura y la profundidad de mi mente y de mi corazón y he sabido cuán frágiles son los dos. Durante meses, cuando estaba deprimida, me he arrastrado a cuatro patas para poder desplazarme por la habitación, pero ya fuese en épocas normales o bajo síntomas de la manía, he corrido más aprisa, he pensado con más celeridad y he amado con un apresuramiento superior al de los demás. Y creo que esto se debe a mi enfermedad, a la intensidad que presta a las cosas y ala perspectiva que fuerza dentro de mí. Estoy segura de que me ha hecho poner a prueba los límites de mi razón , de mis modales, mi familia, mi cultura y mis amigos.
Las incontables hipomanías, y la manía misma, le han dado a mi vida un tacto diferente para sentir, experimentar y pensar. Incluso en los momentos en que estaba más psicótica –con percepciones engañosas, alucinada y enloquecida- he sido consciente de descubrir en mi cerebro y en mi corazón nuevos aspectos increíbles y encantadores que me dejaron maravillada y me hicieron sentir como si pudiese morir en aquel instante y permanecer sostenida por las imágenes. Algunas de ellas eran grotescas y feas y nunca quise saber que estaban allí o volver a revivirlas, pero siempre encontré nuevos recovecos y, cada vez que vuelvo a mi estado normal, no puedo imaginar que pudiese cansarme de la vida, pues he conocido esos meandros sin término con sus horizontes ilimitados.”

“Una mente inquieta” - Kay R. Jamison

1 comentarios:

Isabel Tejada Balsas dijo...

la mente...un enredo en el que es fácil caer, fácil enfermar, a veces ni siquiera hay otra opción, difícil es sujetar sus riendas

besazo .^